Un funcionario del cuerpo diplomático de Obama, Mathew Hoh, ex marine, renunció al puesto, como medida de abierta protesta a las razones de la intromisión de su país en Afganistan, luego de su renuncia a la carrera militar por las razones que se combarte en Irak.
Luego, el senador republicado Judd Gregg, hizo lo mismo, retirando su candidatura como secretario de Comercio, dejando saber que no podía tomar un puesto cuando la política de estado en referencia al comercio exterior estando en desacuerdo. Y dejó simplemente saber que eran diferencia de estrategias en importantes asuntos críticos, que los analistas tradujeron como asuntos de comercio con países conquistados.
Otra renuncia llamativa, el designado secretario de Sanidad de Estados Unidos, Tom Daschle, investigado por evasión impositiva, a los cuales autocalificó de “errores”, en vez de delitos; con un mero pedido de disculpas y renuncia correspondientes, el asunto se olvidó.
A ese hecho le siguió la no aceptación de Nancy Killefer a la candidatura para controlar el presupuesto del gasto público, sin que nadie especificara los motivos, pero que por corrillos se sabe que ella misma tendría problemas con los impuestos, y habría una situación de juez y parte.
Le sigue en la lista el consejero se Seguridad Nacional de la Casa Blanca, el general James Jones, ahora reemplazado por Tom Donilon, dejando una estela de rumores en cuando a las motivaciones, que nuevamente debido a rumores, se le asigna el rechazar la historia oficial que condena a Bin Laden como el responsable del atentado al 11 de septiembre.
En mi listado hay muchos más, como el jefe de Gabinete Rahm Emanuel, el presidente del Consejo de Asesores Económicos Larry Summers, y el inventario de renuncias sigue.
Algunos por asuntos que parecen honorables, otros por corrupción que ha quedado sin castigo, el gobierno de Obama, lo que demuestra es un nivela de acomodo de cualquier argumento, donde los delitos son relativizados y el no estar de acuerdo decanta en un alejamiento del puesto.
Lo evidente: todo se reacomoda, personas, argumentos, son especialistas en armar películas. Hasta el momento presente en el asunto de la muerte de Bin Laden, ya es bastante desagradable ver el festejo de la muerte del terrorista, como extrañas son las circunstancia y el modo elegido para dar cuenta de esa situación.
Más bien parece, como todo los argumentos con que nos sorprenden, una película donde el malo termina en el mar, por razones banales y que la mayoría cree que es patriotismo elegir creer, sin analizar que si es cierto, es una ejecución, que si hubiera ocurrido con algún norteamericano hubiera merecido el escarnio internacional.
Por una parte, creo que el “asunto Bin Laden”, es otra creación como aquella armada sobre el supuesto hundimiento de un barco por parte de España, que en realidad fue por los Estados Unidos, pero que le dio la excusa de declarar la guerra a España, quedándose con Cuba, Puerto Rico y Filipinas, en su momento.
Esta muerte de Bin Laden, me parece otra de esas historias, armadas por los guinistas de la CIA, y el FBI, éste último desenmascarado por la fotografía creada medianet photoshop, que como fue descubierto por expertos, tuvieron que admitir.
Pronto, aparecerá la película, luego de la reelección de Obama, la cual conseguirá por el mágico hecho de haberse convertido en un supuesto héroe.
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